Existen dos paralelismo entre las
relaciones sexuales y los exámenes de cinturón negro: uno que entrenas la
técnica tú sólo mucho tiempo antes del examen y otro que la primera vez
es cuando más nervioso te pones. El resultado siempre es incierto, así en
algunos casos sale bien y en otros te dejan para la siguiente
convocatoria.
De todos los exámenes para cinturón negro,
el primero, es el que más tintes de comedia presenta, os cuento:
Todo empieza un día de clase como
cualquier otro, pasas al vestuario, saludas a la parroquia y entras en el tatami, dónde está el Sensei (maestro), en este caso Julián, que tras devolverte el saludo te dice:
- El día trece de diciembre hay
examen para primer dan-
A lo que tú, que no sabes por dónde te ha
entrado, le contestas:
- Muy bien. ¡Suerte a los aspirantes!
–
Julián persevera:
- Digo yo, que alguna vez te tendrás
que examinar, ¿o vas a estar toda la vida de marrón? –
Tú aparentando aplomo le dices:
- Sí, yo tengo previsto examinarme,
pero preparándolo con tranquilidad: empezar a comienzos de año tranquilamente, sacar durante la primavera el examen sin
prisas, asentarlo en verano, y en otoño, sin precipitaciones, presentarme a
examen.-
John Wayne en El hombre tranquilo.
Hay que decir que el significado de tu
exposición es otro muy distinto al puramente etimológico, es decir, si
admitiera traducción al decir sincero, vendría a ser:
- Mira Julián, me gustaría, pero tengo más miedo que
siete viejas y como no sea con la guardia civil yo no voy a examen-
Julián no domina idiomas, exclusivamente habla
dos: español y por teléfono, pero mira por donde, lo del decir sincero lo
traduce en simultáneo, con lo que, no sabes que es peor, si que te lleve la
Guardia Civil a examen o que Julián haga gala de su facultad de moviola y repita la jugada tantas veces como sea
necesario hasta que tú, rendido, aparezcas con tus noventa y cinco pavos
dispuesto a pagar las tasas de examen o a un sicario que le elimine.
Has soltado los noventa y cinco
pavos y a partir de ese momento es cuando sabes a ciencia cierta que irás a
examen. Mentalmente te comienzas a preparar, tú que no te has visto en otra más
gorda, de repente te pones en situación y te conviertes en un deportista que va
a hacer algo importante, vamos, un deportista de élite; de la élite de Arganda, Campo Real, Loeches o Velilla de San Antº, da igual, de élite.
Como buen competidor de élite, utilizas técnicas de última generación
para preparar el examen; recurres a la visualización. Empiezas a preparar el examen. La
pierna, ¿qué voy a hacer de pierna?, visualizas: Mawashi, Ura-mawashi, Ushiro, Ushiro-mawashi, que coño, Ushiro-mawashi en salto; que visualizado queda como Dios.
Que bonito queda. Ahora lo vas a poner en práctica. Tú, con las mismas
facultades que el pirata pata palo, que no te ha puesto la ONCE un quiosco por que no te han visto,
empiezas a darle vueltas y chico que no hay manera, que lo de la visualización está muy bien, pero te falta transmisión.
Así, después de realizar el viaje de
retorno desde visuilandia a Arganda,
llegas a la conclusión de que tu eres un especialista de la patada cojonera, esa, si hombre, Kin-Geri y que donde te sales, que te lo han dicho
más de una vez, es con Iza-Geri; así es que no se hable más: marchando un waza de pierna para un paralítico.
Después
de la experiencia, has decidido abandonar la visualización hasta que te hagas mirar lo de la
transmisión. Continúas con el examen y llegas a la técnica emparejada. Lo
primero que haces es elegir a quien te parece que va a resaltar la fantástica
técnica que, sin visualización, has preparado. Empiezas las conversaciones con el elegido y le cuentas lo que tienes
preparado: izquierda atrás, suki (ataque de puño directo) jodan (a la cabeza) pin pin pin y yo acabo con empi (ataque de codo) chudan al estómago. El otro que normalmente
suele ser de un grado mayor, se lo está oliendo e intenta disuadirte:
-¿No sería mejor que después de la
defensa, me tocaras un poquito la pierna para barrerme, yo me tiro al suelto y
desde arriba, con leve contacto, me marcas?-
-Que no, que no, que Julián me tiene dicho que yo lo del empi lo llevo muy bien; yo empi.
Total que al uke le ha quedado claro que va a correr algún riesgo.
Campo Real, sábado por la mañana a dos
semanas vista del examen, Julián:
-A ver la técnica emparejada-
Delante de toda la clase, tu vas a
demostrar quién eres tú. El uke pierna izquierda atrás, suki jodan, pin pin pin y yoko-empi chudan al estomago, pero… ¡yoko-empi chudan!. El uke emite un sonido gutural parecido GRRRRRRRR!. Lo que el resto de la clase interpreta
como una demostración de concentración y zen puro, no es si no la exteriorización del
esfuerzo que ha tenido que hacer para no poner perdido de Cola Cao con galletas a Julián que estaba en frente. Impresionante.
Como toda buena comedia, esta cuenta con
su parte surrealista.
Llevas entrenando el examen dos meses, se aproxima su fecha y comienzan los
simulacros, es decir, Julián, al que estas harto de ver, hasta en pelotas, se pone delante de
ti y con cara de acelga y dos tonos por encima del habitual te dice:
-Fulanito, examen-
Se te acelera el corazón, te tiemblan las
piernas y tienes que aguantarte un repentino e inoportuno gas. Aquí empieza el
muestrario de piezas surrealistas:
Realización: El primer simulacro tiene
unos resultados catastróficos: corres como Fernando Alonso, desvirtúas la
técnica hasta hacerla irreconocible en algunos casos, e incluso te equivocas en el kata que has repetido tres mil veces en los
últimos sesenta días.
Conclusiones: Julián pide opinión a los cinturones de mayor
grado, de todas las consideraciones la mejor siempre es la de algún buen colega, quién después
de haberte visto hacer un examen con el que tú no aprobarías ni a tu propio
padre dice: -para mí esta bien-.
Orientaciones: Del Sensei, una muy habitual: -¿por qué no respiras
cuando haces las técnicas?- Una contestación de un aspirante genial: -por que
cuando respiro me ahogo-. Este episodio lo podría rubricar Julián con un: -pues como te ahogues te mato-.
Ha llegado el gran día y aquí descubres lo
poco dueño que eres de tu organismo cuando el estado de ansiedad está al mando
de tus emociones. Son varias la manifestaciones, según seas, entre las más significativas están: la inapetencia alimenticia y
de otro tipo, esta última acreditada por la reducida dimensión que presenta
aquello en la primera meada del día que suele ser cuando más en forma se
suele manifestar; desarreglos intestinales, típica cagalera murciana con la que
tienes la impresión de que te vas a dar la vuelta como un calcetín; polaquiuria, ¡si¡ que te meas toito entero, y alguna otra que por ser menos
importante pasa más desapercibida.
En el trayecto hacia el lugar del examen,
vas recibiendo el ánimo de compañeros, conocidos y desconocidos, estos últimos se suman al coro de voces
cuando después de preguntar quien se examina tú levantas la mano. Todos, con la
mejor de sus intenciones, se habilitan de expertos Senseis para acabar coincidiendo todos en la misma
consigna: la frase tu tranquilo que ya verás como apruebas, acompañada de un
manotazo a la espalda; con alguna excepción, eso sí: -¿Es la primera vez que te
presentas?, no te preocupes, hasta que llegues a la cuarta como llegué yo
todavía te queda-.
Ya estás en el lugar del examen y..................
continuará.